domingo, 16 de octubre de 2011

Los principios y el final

En el mundo, y en esa expresión englobamos todo lo concebible y lo que no, los principios son muy importantes y así deberíamos saberlo y reconocerlo. No digo esto por un mero convencimiento de que los buenos principios constituyen un mundo mejor o que estos u otros son los que hay que tener y llevar a cabo. Por supuesto, tengo los míos y mis ideas y creo que son los mejores y que deberían realizarse para que este valle de lágrimas fuese más de sonrisas pero no me refiero a eso. Simplemente me refiero a que el mundo si algo contiene son principios y que estos determinan nuestra vida, la mayoría de las veces de manera desconocida y algunas veces, sabiéndolo.

Nuestra mundo occidental es monista, se funda en el Monismo, que no es más que creer que todo nace de un sólo Dios, el Bien y también el Mal. No porque Dios, como tal, cree el Bien y el Mal sino porque permite el libre albedrío de los hombres y que por lo tanto pueden elegir . Al contrario, y se da en Oriente, el Dualismo establece dos fuentes, dos orígenes, uno para el Bien y otro para el Mal, que siempre andan en conflicto en el mundo y en la persona.

Alla por el siglo XIII hubo una secta de la que ultimamente se habla mucho entre códigos, magdalenas, griales y otras gaitas: los cátaros. Esta ¿herejía? consistía en ser dualista dentro del catolicismo. En base a una interpretación de un versículo de San Juan los cátaros llegaron a la conclusión de que el Bien provenía de Dios y frente a Él estaba el Diablo del que surgía el Mal. Ante esta fe sólo cabía, por lo tanto, negar el monista catolicismo, que era obra del Diablo.

Claro que el catolicismo no se quedó tranquilo esperando un debate sobre la cuestión sino que montaron una cruzada para liberar a la Cristiandad de tanta herejía y en concreto de la cátara que se había extendido por la tierra de la lengua de Oc, el Languedoc

Y he aquí cuando entroncamos con los principios que conforman el mundo, lo sepamos o no, participemos o no de ellos. En esa tierra, sur de Francia, el Roselló, partes de Aragón, Cataluña y Navarra, Simón de Monfort, jefe de los Ejércitos Cristianos ante la imposibilidad de distinguir a católicos de cátaros, que convivían en la zona, dijo "Matadlos a todos y que Dios escoja a los suyos"

Como ven, que se interprete de una manera u otra un versículo del Evangelio de Juan da para que a uno sin comérselo ni bebérselo le corten el cuello. Y es que los principios, como la propia palabra expresa, son el origen de las cosas, la idea que inicia algo y ya ven como son trascendentales incluso cuando parecen no afectarnos siendo el origen de nuestro final.

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