viernes, 21 de octubre de 2011

Cuando no estás

Cuando no estás las fuerzas del universo juegan conmigo. El día se alarga eternizándose, como si no tuviese fin, sometido a un proceso de expansión que hace que cada hora sea un año y cada año, mil. Es un juego perverso porque mientras se hace imposible de acabar, cada instante siguiente es una esperanza de tenerte, de saberte, el momento se renueva en si mismo y trae otro que agota en la nada pero que anuncia otro en el que es posible que vengas a mi o que vaya a ti, aunque sea cruzando ese universo que juguetea y me desgasta.

Cuando no estás las calles son acontecimientos que contarte, un mapa abierto y vivo donde suceden cosas que grabo en mi mente para contarte o para inventar esas historias que te gustan. Cuando no estás paseo a tu lado y te cuento y te digo y te explico el porque de las cosas y me fijo en tu mirada que me mira y que mira al mundo y creo que soy ese mundo y que todo empieza y acaba en mi. Cuando no estás imagino conversaciones que tendríamos y que nunca tendremos porque los momentos que pasan se escapan como se escapan los días cuando no estás

Cuando no estás pido tus platos, bebo tu vino y siento que te gustan, que disfrutas con ellos y busco esa luz que te hace estar cómoda y tranquila, para que allá donde estés, no te sientas molesta por la luz que llega a mis ojos. Cuando no estás los paseos a casa no son lentos, ni esconden una promesa, quiero acabarlos pronto para enfrentarme como pueda a la soledad.

Cuando no estás me despierto y tu nombre viene a mis labios, me pregunto que harás y si te acordarás de que existo. Cuando no estás me duermo con tu nombre yéndose de mis labios y me pregunto de que estarán llenos tus sueños. Cuando tu no estás mi corazón está tenso y duro, mi rostro triste y feo, mi cuerpo frágil y debil y anhelo respirar el aire que calienta tu aliento cercano. 

Pero no estás, nunca estás.



No hay comentarios:

Publicar un comentario